lunes, 25 de marzo de 2013

Cruceñidad; supervivencia y hegemonía



Más que una cronología de sucesos históricos, pretendo reflexionar entorno a variables políticas y sociales  sobre el desarrollo de la cultura oriental de Santa Cruz y la connotación de los luctuosos años de la guerra de independencia, la apuesta me resulta arriesgada, pero probare meter las manos al fuego.

Cuando Ñuflo de Chávez funda el asentamiento de Santa Cruz de la Sierra un 26 de febrero de 1561, todavía no existía una sola persona que pueda jactarse de ser cruceño, ya que la identidad cruceña se desarrollaría a posteriori como el resultado de un abrupto y cruento choque de civilizaciones, en el convergen idearios y paradigmas de los tres continentes involucrados durante la invasión española a lo que hoy llamamos América y Bolivia en el caso doméstico.

Es de esta manera que arbitrariamente utilizo como hito el primer nacido vivo en Santa Cruz, para indicar que a partir de allí recién surgirá la identidad cruceña, caracterizada por el mestizaje intercultural, antes que por el intercambio exótico de genes, ya que muy posiblemente para ese entonces los ibéricos habían intercambia su genes con las lugareñas, pero sus descendientes no eran cruceños por que no existía tal identidad, aprovecho el acápite para indicar que teorías de corte racistas (genética) no deberían tener cabida en las ciencias sociales post-modernas.

En fin, pasaron los años y cuando ya iban unas tres generaciones de cruceños, estos se vieron obligados en 1605 a abandonaron su ciudad natal y se convirtieron circunstancialmente en migrantes portadores de una identidad mestiza  fuertemente incrustada, llegaron a reubicarse en las cercanías a San Lorenzo Real de la Frontera, en la actual Cotoca.

Luego de casi dos décadas de coexistir ambos colectivos, de mutuo acuerdo se fusionaron en 1621, esta sería la última migración oficial para aquellos cruceños hegemónicos que de a poco exportaron su identidad a toda la región, como paso previo aplastaron de forma pacífica a la floreciente identidad de los sanlorenzanos, quedando como mudo testigo de su existencia, el nombre de la Catedral Metropolitana; Basílica Menor de San Lorenzo.

Los cruceños coloniales debieron ser bastante forajidos para resistir los embates perpetrados por las culturas teocráticas locales que se resistían a la cruceñídad y a ser anexados a la teocracia absolutista del Reino de España. Estos paradigmas justificaban el origen divino de la máxima autoridad, es en función a este tipo de “manipulación política de la fe”, que un colega de la ilustración afirma; “cuando el hombre piensa, tiemblan los cielos”.

El cabildo de 1810 representa la ruptura de los cruceños con el  paradigma teocrático del poder y allana el camino para el pensamiento ilustrado, mismo que rescata a los filósofos del periodo greco-romano, proceso al que Samuel P. Huntington denomina “La Primera Ola de Democratización” y que llegó a Bolivia con un democracia similar a la ateniense; excluyente y elitista.  
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Texto: Romano Paz



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