miércoles, 22 de junio de 2011

Filosofía: La osadía de pensar, razonar y dudar.

Durante milenios, la humanidad en su conjunto, asumen el hecho de que los fenómenos naturales del mundo, no eran sino dioses y espíritus de todo tipo. Hablamos de un estadio en el que el ser humano hace gala de una abismal incomprensión racional e inteligible del mundo que le rodea, por lo que recurre a una infinidad de mitos y leyenda para explicar todo aquello que como civilización éramos incapaces de comprender. En esta lógica muchos pueblos recopilan variados datos astronómicos que les permiten predecir eclipses, cambios climáticos, elaborar calendarios y otros, sin embargo consideraban que estos datos recibidos provenían de las múltiples deidades a las que les rendían culto y veneración, por lo que eventualmente les ofrecían sacrificios humano inclusive, afortunadamente con la llegada de los antiguos griegos, este paradigma teocentrista comienza una lenta erosión que se prolonga por más 25 siglos, es decir hasta nuestros días.

Sucede que los griegos, son la primera civilización que deja de temerle a sus divinidades, ya que los consideran como algo casi humano, una especie de superhéroes, por ejemplo; toman conciencia de que distribuir el poder, determinando quiénes y de qué manera deben gobernar, es una cuestión que le corresponde únicamente a los seres humanos, esto les permite expulsa a los dioses del sistema político y pasar de la teocracia a la democracia. Por otro lado, son los primeros en utilizar la razón para comprender el orden que los rodea, por citar otro ejemplo; el Sol pasa ser algo divino, a una “cosa” compleja, sometida a nuestro entendimiento, dejan de utilizar lo sobrenatural para dar explicaciones y toman conciencia de que solo a través de la razón, se puede llegar al conocimiento suficiente, para develar los enigmas de este mundo, nace de la lógica y la ciencia. 



Aquellos griegos que tuvieron grandes científicos, matemáticos y filósofos como Arquímedes y Tales de Mileto, ellos nos ayudaron a comprender mejor la mecánica del mundo, sin embargo, para el tema en cuestión, la llegada de Sócrates es la que da un cambio radical en la teoría política y la filosofía. Este filósofo no dejo texto alguno, conocemos sobre su pensamiento gracias a su que mejor discípulo, recoge sus ideas en unos escritos que llamamos “Los Diálogos de Platón”.

Sócrates habitaba en Atenas, allá por el siglo V a.C., era un personaje un tanto extravagante que se preocupaba muy poco por su apariencia física y las cosas materiales, lo suyo era el mundo de las ideas, se vía a así mismo como un paridor de ideas, invento el método de la mayéutica, que consiste en interrogar a una persona sobre un tema y luego debatir la respuesta hasta llegar a un nuevo concepto.
Era humorista y un tanto bellaco, se le consideraba una persona extraña, incómoda y sediciosa, ya que deambulaba por las calle atenienses increpando al que se le cruzara en el camino, le  preguntaba sobre un tema sencillo, como qué era la valentía, el amor, la felicidad, la justicia, la amistad, etc. A lo que sus interlocutores solían dar una respuesta simple, seguros de que era algo sencillo, Sócrates volvía a preguntar con un interminable; “Pero y por qué”, hasta que dejaba claro que las personas no conocían la respuesta correcta, lo que no implicaba que Sócrates conociera o dominara mejor el tema que sus interlocutores, ya que más que solucionar el problema, lo que  verdaderamente le interesaba era develar la existencia de un problema: es decir la ignorancia y el desconocimiento sobre aspectos habituales como la valentía, el amor, la vida, la muerte, etc., este enfoque esteticista y cuestionador se conoce como Espíritu Socrático.

A Sócrates se le atribuye la frase “Yo sólo sé que no sé nada”, pensamiento que le convierte en el hombre más sabio de la su época, ya que su racionalidad le permite tomar conciencia de que el mundo y todo aquello que nos rodea puede explicarse, solo si ascendemos al mundo inteligible, es decir, el mundo de las ideas.

Como toda persona adelantada a su época; Sócrates le incomodaba a la oligarquía ateniense de ese entonces, por lo que relativamente cerca al ocaso de sus días, este monumental filósofo mediante un juicio de carácter político, es sentenciado a morir por envenenamiento con cicuta a sus setenta años de edad, fatídico episodio de la historia que es recogido en el fabuloso mito de la caverna, del Libro Séptimo de la República de Platón.