viernes, 10 de junio de 2011

Graffitis: Pintadas perniciosas


Seguramente a más de una persona incomodan los cientos de grafitis que se pueden encontrar en las ciudades del país, sin embargo le pese a quien le pese el grafiti como tal, además de ser vandalismo, es también una expresión de arte y cultura. Es una de las tantas forma de expresión política que en variadas ocasiones de nuestra historia ha servido de voz a los sin voz, sobre todo cuando se atraviesa por regímenes autoritarios o sociedades que tiende a cerrarse orgánicamente en fundamentalismo ideológicos altamente polarizado. 

No es que trate de justificar las innumerables pintadas, sin embargo la realidad concreta nos demuestra que desde la pre historia existió la necesidad de comunicarse plasmando símbolos o mensajes a través del espacio público, que en el caso del graffiti de tinte político es una práctica contestaría, que mayoritariamente implica ejecutarla de modo ilegal, clandestino o no oficial, debido a que las escrituras o dibujos son expuestos en superficies no diseñadas para tal fin. Estos mensajes van cargados de contenidos injuriantes y subversivos, por lo que se estila plasmarlos de forma anónima, utilizando pseudónimos, firmas de grupos sociales o cuadros políticos que actúan generalmente amparados en la oscuridad de la noche, esto por temor a posibles represalias proveniente de los lugareños o el gobierno de turno.

Es una forma de activismo político que se agudiza en coyunturas de alta efervescencia social, sobre todo si existe polarización entre las partes, algo ya común en nuestro país, llevan una fuerte carga simbólica, son referentes de procesos histórico-políticos y coyunturas nacionales. También es importante señalar que actúan como una muestra clara de la heterogeneidad y complejidad de nuestros valores culturales y sociales, ya que toman diferentes formas y matices que van desde la sátira y la ironía, hasta  los fundamentos filosóficos.

Bueno también existen ciudadanos que coyunturalmente intervienen sobre algún texto o dibujo que encuentran, lo hacen con otro comentario, con un trazo espontáneo o simplemente saboteando el contenido, lo que esta claro es que desde la aparición del graffiti los gobernantes nunca tienen la última palabra, a pesar de que los poderes económicos o políticos de turno tienden siempre a intentar monopolizar estos espacios para su uso exclusivo, llegando inclusive a reglamentar el uso de los medio de comunicación.

Podríamos decir que el graffiti es en esencia opositor  y combativo (al gobierno central, a determinado funcionario, a la prefectura, a las autonomías, etcétera), es una forma de sabotear simbólicamente el orden establecido, es una actividad gráfica de protesta que es asumida como tarea fundamental de las diferentes militancia políticas en cuestión. Los graffiti muchas veces dejan de ser simples consignas políticas anónimas para cristalizarse en cantos y estribillos callejeros que se convierten en la voz del pueblo movilizado en las calles, o inspiración de los hinchas en diferentes escenarios deportivos.

Texto; Romano Paz

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