Si bien el Movimiento
al Socialismo se erigió como primera fuerza política del país bajo el paraguas de
un discurso populista de fuertes matices indigenistas y socialista, que
abrazaban consignas que promovían la inclusión de los sectores sociales más
empobrecidos e históricamente excluidos.
A la fecha podemos decir que los
denominados ideólogos del pachamamismo, de la izquierda del siglo XXI, del
indigenismo y de la inclusión social han sido relegados al rol de meros
espectadores de un gobierno erigido sobre la reingeniería de Estado que ellos
impulsaron, cristalizaron y plasmaron en la nueva CPE.
Pareciera que hemos
llegado al fin de la historia, pues el denominado proceso de cambio ha quedado
estancado en la dimensión netamente simbólica, ya que el MAS ha sido tomado,
infiltrado, avasallado e instrumentalizado por una derecha oligárquica de pelaje
más criollo que mestizo, pero igualmente fenicia, mercantilista y globalizada
que sus antecesores oligarcas de cuello blanco.
En términos masista, las logias
de una derecha no tradicional se han apoderado del proceso de cambio y del
instrumento de los pueblos y los movimientos sociales, estas logias por
supuesto se han empodera en el MAS para gobernar en beneficio propio, una
muestra de ello es la neo-rosca minero oligárquica que se encuentra maximizando
sus utilidades al estar exenta pagar el IVA.
Estas elites
neo-derechistas se encuentran subordinadas a los intereses de las potencias
emergentes y sus principales transnacionales, por lo que de manera permanente su
discurso es de confrontación, crítica y polarización hacia las principales
potencias occidentales y sus transnacionales. Sin embargo de manera interna vienen
actuando cada vez de forma más pragmática en beneficio propio, comportamiento
que ha provocado una fuerte erosión del discurso y destrozado la coherencia
ideológica del MAS.
El parteaguas ha
resultado ser el conflicto acaecido en el Tipnis, ya que el pragmatismo desarrollista
del poder ejecutivo ha desnudado la fuerte influencia en el gobierno Morales de
una oligarquía neo-derechista que actúa al margen de los principales postulados
del nuevo paradigma del “vivir bien”, incluido en la nueva CPE y que establecen una
absoluta subordinación de los intereses nacionales a la protección y
conservación de la tierra que asciende a la categoría de deidad al ser
considerada una madre.
Ante semejante
bifurcación, es lógico que muchos de los grupos que conformaron una mega
coalición para llevar a Morales a la presidencia se desmarquen del MAS al no
encontrarse ya representado por este partido, por lo que diversos ex-aliados se
están reagrupando en nuevas organizaciones que están reconfigurando el sistema
de partidos políticos en Bolivia, fenómeno que resulta por demás de positivo
para la democracia, ya que esta se ve fortalecida cuando es nutrida con una
oferta electoral variada capaz elevar las demandas de todos los sectores que
conforman el tejido social.
Texto: Romano Paz
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