En
una mirada satelital, podría decirse que Bolivia es el centro neurálgico de
Sudamérica, pero en este caso, la realidad pura y dura nos demuestran que las
apariencias engañan, y yo diría que mucho. Ergo, por ahí he visto que desde el
nivel central de gobierno tratan de vendernos al mundo como el corazón del sur,
nada más alejado de la realidad, veamos:
Por
un lado, geográficamente, somos un país con una súper loca geografía, atravesar
nuestro vasto territorio requiere sortear una seria de obstáculos naturales que
exigen al máximo la capacidad motriz de los rodados y la destreza de los amigos
del volante. Sin embargo, hablamos de asuntos técnicos, operativos y logísticos
que bien pueden ser superados gracias a la determinación y el ingenio del ser
humano, que no satisfecho con dominar los 4 puntos cardinales, va a la
conquista de nuevos mundos en el espacio exterior, aquí abro paréntesis y me
pregunto, ¿será bueno hacer escándalo en un barrio tan peligroso si no somos el
Alpha de la manada?, ya veremos qué pasa si damos con un encuentro de tercer
tipo.
Pongamos
los pies sobre la corteza terrestre y volvamos a lo nuestro, desde el punto de
vista demográfico, Bolivia resulta ser un obstáculo muchas veces infranqueable
para la integración de los pueblos y el tránsito de mercancías. Allá en la
memoria de los 90´s quedan las utópicas caravanas bioceánicas promovidas por
los cruceños para unir el Pacífico con el Atlántico. Está tan arraigado en
nuestra idiosincrasia la cultura del bloqueo, que los bloqueadores muchas veces
suelen ser bloqueados por sectores sociales que se oponen a un determinado bloqueo,
¡digno de una marca registrada!
Pero
si esto es el colmo de los colmos diría un incauto alienígena al ver cómo un
país al borde del abismo económico, desesperado por divisas extranjeras, no
titubea en auto flagelarse mientras acelera a fondo hacia una colisión que se
ve casi inevitable, ¿vendrá la diosa fortuna a nuestro rescate?, no lo sé, creo
que nos espera pasar una vez más por la calle de la amargura, y en esas
circunstancias, solo queda cerrar los ojos y aguantar la paliza.
Hablando
con mi hipotético amigo extraterrestre, le diría que no trate de entenderlo, se
llama cultura, en fin…, el nombre es lo de menos, lo grave son sus
consecuencias. Por ponerlo en perspectiva, así somos los bolivianos y no vamos
a cambiar un ápice. En este derrotero camino, bien haríamos en sincerarnos y
declarar el bloqueo un deporte nacional, o cuánto menos instaurar el día
nacional del bloqueo.
Cuenta
una de las tantas leyendas urbanas que allá, en los albores del XX, cuando la British
Railways se encontraba tendiendo líneas férreas en el altiplano, si se topaban
con un obstáculo infranqueable, lo evadían y para describir ese juego de
cintura utilizaban el término de short fly (vuelo corto), huelga decir que los
ingleses eran aficionados a la ginebra y que en algún momento se quedaron sin
suministros desde la metrópolis, por lo que decidieron sortear el obstáculo
reemplazando su icónica bebida por el destilado local, el singani, naciendo de
esta manera el emblemático chufly, una bolivianización del short fly.
Esto
último, es lo que han hecho Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, han desplazado
el corredor bioceánico al sur de Bolivia para evadirnos, corredor del cuál
somos ideólogos los bolivianos y del que ahora somos vil o sabiamente
marginados (todo depende del ángulo que adoptemos para observar la realidad).
Por mi parte, me voy con mi amigo gris a por un par de chufly´s para brindar
por las ironías de la vida.
Romano
Paz (politólogo y filósofo)