A
todo poder y contrapoder le corresponde un tiempo, espacio y paradigma
determinado, veamos:
Antes de que se reinstaure
la democracia en Bolivia, de 1964 a 1982, en menos de dos décadas se sucedieron
en el poder más de veinte gobiernos de facto, durante este periodo se instauro
un paradigma de poder que tenían como
principales postulados doctrinarios e ideológicos el nacionalismo,
el paternalismo y el autoritarismo.
Contexto en el que no resulta extraño que gobernaran una serie de coaliciones militares que se sucedieron en el poder mediante golpes de Estado. Durante este periodo se mantuvieron en la oposición los partidos políticos de izquierda y derecha democrática, pues al ser presas de las vejaciones de las dictaduras, valoraron la democracia por encima de los extremos del fascismo o la dictadura del proletariado.
Contexto en el que no resulta extraño que gobernaran una serie de coaliciones militares que se sucedieron en el poder mediante golpes de Estado. Durante este periodo se mantuvieron en la oposición los partidos políticos de izquierda y derecha democrática, pues al ser presas de las vejaciones de las dictaduras, valoraron la democracia por encima de los extremos del fascismo o la dictadura del proletariado.
Como todo dogma que no se reinventa, el paradigma autoritario entró en crisis y fue presa de los partidos políticos democráticos que interpelaron el autoritarismo con el apoyo de la oposición civil, renaciendo la democracia en Bolivia un 10 octubre de 1982, instaurándose en Bolivia lo que el politólogo holandés Arend Lijphart en su construcción teórica ha definido como “democracia consensual”, modelo de democracia que se caracteriza por que el poder ejecutivo se encuentra compartido por grandes coaliciones de gobierno, se da un equilibrio bicameral con representación de las minorías, hay un sistema multipartidista, los ejes del conflicto son multidimensionales, hay problemas de gobernabilidad debido a los conflictos sociales y al bloqueo en el parlamento, por lo que estos gobiernos están obligados a pactar y consensuar permanentemente.
Primero sobrevino el modelo keynesiano, en el que el Estado cumple funciones de motor de la economía nacional y es el principal dador de bienestar social, pues de acuerdo a sus principales teóricos, éste no persigue el lucro como lo hace la empresa privada. Naturalmente quienes nadaron como peces en el agua en este medio, fueron los partidos de izquierda, por lo que se hicieron con el poder comandados por la UPD de Hernán Siles Suazo. Este modelo fue el más breve de la historia democrática reciente, ya que este gobierno atravesó -en un periodo aproximado de tres años- una hiperinflación acumulada que bordeo el diez mil por ciento, lo que provoco una profunda crisis económica y política que desencadeno en un prematuro y acelerado desgaste del modelo.
En la oposición se mantuvieron los partidos de la
derecha democrática y neoliberal, que no desperdiciaron la oportunidad de hacer
leña del árbol caído, interpelaron el modelo de bienestar social e instauraron
el modelo neoliberal en Bolivia, manteniendo la democracia consensual, no en
balde los cientistas sociales han coincidido en llamar a este periodo como el
de la Democracia Pactada, mismo que estuvo regido por una triada de partidos
políticos que en alianza con atómicas fuerzas, rotaron en las tres funciones de
poder que permite el sistema: oficialismo, aliado y oposición. Su sello
principal es que redujeron al Estado a la mínima expresión.
Durante
este periodo, los principales partidos de manera sistemática renunciaron a la
ideología que los vio nacer y a la masa de militantes, lo que con el paso del
tiempo -luego de veinte años- provoco que el paradigma
entrara en crisis.
En tal sentido, quienes se mantuvieron en la oposición sin involucrarse en las acciones de gobierno fueron los grupos globofóbicos, la izquierda indigenista y los movimientos autonomistas, que interpelaron el paradigma y aprovecharon el desgaste del modelo para movilizar todos sus recursos disponibles, forzando de esta manera en 2005 -con la asunción de Evo Morales al poder- la instauración un nuevo modelo, el del proceso de cambio, mismo que no puede concebirse sin indigenismo, neo nacionalismo y la implementación de autonomías. La instauración de este paradigma atravesó por una lucha de poder interhegemónica, con resultados ampliamente conocidos, que de acuerdo nuevamente a Arend Lijphart, también se instauró una democracia mayoritaria, misma que se caracteriza por la concentración del poder en el ejecutivo (Gobiernos monopartidistas y de mayoría arriesgada), la fusión de los poderes y el predominio del ejecutivo, una alta polarización, sistemas electorales mayoritarios, gobierno unitario y centralizado, poco respeto por la constitución debido a la mayoría parlamentaria. Cualquier parecido con la realidad, no es ninguna coincidencia.
En tal sentido, quienes se mantuvieron en la oposición sin involucrarse en las acciones de gobierno fueron los grupos globofóbicos, la izquierda indigenista y los movimientos autonomistas, que interpelaron el paradigma y aprovecharon el desgaste del modelo para movilizar todos sus recursos disponibles, forzando de esta manera en 2005 -con la asunción de Evo Morales al poder- la instauración un nuevo modelo, el del proceso de cambio, mismo que no puede concebirse sin indigenismo, neo nacionalismo y la implementación de autonomías. La instauración de este paradigma atravesó por una lucha de poder interhegemónica, con resultados ampliamente conocidos, que de acuerdo nuevamente a Arend Lijphart, también se instauró una democracia mayoritaria, misma que se caracteriza por la concentración del poder en el ejecutivo (Gobiernos monopartidistas y de mayoría arriesgada), la fusión de los poderes y el predominio del ejecutivo, una alta polarización, sistemas electorales mayoritarios, gobierno unitario y centralizado, poco respeto por la constitución debido a la mayoría parlamentaria. Cualquier parecido con la realidad, no es ninguna coincidencia.
En tal sentido, si la vapulada oposición (interna y
externa), quiere empoderarse y legitimarse como tal, debe de optar por una de
las siguientes cuatro alternativas:
1) aliarse con el oficialismo y buscar la
instauración de una democracia consensual, para obligar al gobierno a pactar.
2) mantenerse como oposición interna y demandar la reconducción del proceso de
cambio.
3) plantearse como una oposición netamente parlamentaria que de momento
no busca sustituir al gobierno ni al orden establecido, sino más bien tiene
como principales objetivos: la fiscalización, el respeto a la constitución, la
separación de poderes con los respectivos frenos y contrapesos, además de, el
mantenimiento de la pureza ideológica, la preservación de la identidad política
y la conservación de la de la cohesión organizativa.
4) La alternativa más
revolucionaria es interpelar el paradigma y plantear un modelo alternativo al
del proceso de cambio.
La mayor parte de la oposición interna y externa, de momento no se proyecta en ninguno de estos escenarios de manera efectiva, sin embargo el Movimiento Sin Miedo (MSN) ya probó la primera opción de aliado y ha cambiado a la segunda alternativa de oposición interna para reclamar la reconducción del proceso de cambio. Con respecto al los otros grupos opositores, el politólogo cruceño José Orlando Peralta nos dice que: es necesario reconocer que uno de los medios principales para articular en un tiempo determinado a las masas es el discurso ideológico interpelatorio al orden político establecido, pues, es el punto germinal desde donde se construye simbólicamente el ideario político para crear una identidad política.
Al resto de la oposición que pretende articularse y plantarle la cara a Morales, les puedo decir que la teoría nos demuestra que las ideologías son como los hongos en los sotobosques, siempre están listas para reaparecer con el primer chaparrón. Si carecen de ella, no tiene la más minina oportunidad en las próximas elecciones de 2014.
George Orwell en su libro la Rebelión en la
granja nos muestra como toda revolución termina mordiéndose la cola, no siendo el
gobierno de Morales para nada una excepción a la regla, pues somos pasmados
testigos del fin de la historia y del último presidente de Bolivia, en adelante, solo resta defender la revolución
de quienes pretendan destronar al régimen y/o cuestionar el paradigma del
proceso de cambio, del cual hay interpretes oficiales de sus sagradas escrituras,
!prohibido libre pensantes!
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