El poder
es un tema que ha fascinado por siglos a los investigadores sociales, al
respecto quiero acotar que el poder es una realidad concreta e irrefutable, y
como tal, está presente en todas las relaciones humanas, indistintamente de sus
connotaciones positivas o negativas, la justificación ideológica en que este se
ampare o la forma que este adopte, ¡existe!

En muchas ocasiones estas acciones se ejecutaban
con el rostro y el cuerpo cubierto de una serie de pintadas artesanales e
improvisadas. Con todo esto, lo que se pretendía era dar la impresión de ser
una especie de “ejército infernal”, con ello, nuestros antepasados buscaban
espantar a sus depredadores naturales, además de ello, trataban de intimidar a
los diferentes grupos y clanes rivales que pretendían usurpar sus recursos,
territorio y fuerza de trabajo.
Sucede que este tipo de danzas ancestrales han sido conservadas por
muchas civilizaciones del mundo como expresiones culturales y folclóricas. Al
respecto, Elías Canetti describe en su libro “Masa y poder” la danza de la
haka, que en nuestros tiempos contemporáneos ha cobrado fama mundial al ser
ejecutada por la selección de rugby de Nueva Zelanda: los “All Blacks”. Los historiales
de la haka son vastos, pues es ejecutada desde tiempos remotos por los
aborígenes maoríes que habitan islas del océano pacífico como Nueva Zelanda,
Samoa, Tonga, Fiyi e Isla de Pascua.
La haka originalmente era una danza de guerra que debía de llenar de
pánico y miedo a todo aquel que la presenciara por primera vez. Es más, cuando
una tropa maorí amiga se reúne con otra, ambas se saludan con un haka, y ello
se hace con tanta seriedad que un espectador desprevenido teme que en cualquier
momento estalle el combate.
En Bolivia, una de las danzas infernales milenarias que hemos conservado
es el “Ritual ceremonial del tinku” que originalmente se decanta en un combate
sangriento que suele terminar con bajas mortales. Queda demostrado que el poder
está en nuestros genes y en nuestras tradiciones, la figura del noble salvaje
precolombino pertenece a la literatura, no a las ciencias sociales.
Texto: Romano Paz
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