El presente siglo no se puede
concebir sin el creciente protagonismo de los nuevos países industrializados o
tigres asiáticos, sumados a la India y China que desde hace varios años se
encuentran en un umbral económico sin precedentes, fenómeno que está inclinando
la balanza comercial a favor las emergentes potencias orientales, por lo que ya
no resulta exagerado afirmar que este mundo globalizado es cada vez más orientalizado
y cada vez menos occidentalizado.
Resulta que mientras las
principales potencias occidentales se encuentran sumergidas en un panorama económico
sombrío que ha desatado una serie de movilizaciones y protestas como el
movimiento de indignados, producto de la crisis de la deuda norteamericana y varias
otras acaecidas en la eurozona y que amenazan con sumergirlas en una recesión
económica de consecuencias mundiales impredecibles, de la que muy pocos Estados
podrían salir inmunes. En el otro polo tenemos a unas saludables potencias
orientales con sorprendentes superávits y que experimentan un crecimiento
económico sostenido que desde hace más de dos décadas bordea los dos dígitos.
Este complejo fenómeno de
orientalización del mundo se explica solo en parte, debido a que muchas de las
compañías multinacionales concebidas en países de occidente, han buscado maximizar
sus ganancias trasladando la mayor parte de sus operaciones a países
periféricos que mantuvieran un PIB per cápita bajo y además ofrecieran mano de
obra calificada y barata, seguridad jurídica y competitividad comercial, encontrando
en muchos Estados orientales verdaderos paraísos para sus inversiones, ya que además
con su despegue económico les han duplicado el universo de consumidores, pues
en esta región del planeta concentra cerca de la mitad de la población
planetaria.
En este sentido, las
potencias occidentales desde hace ya bastante tiempo son las principales
financiadoras e impulsoras del incontenibles desarrollo de las potencias
orientales, pues ellas han favorecido que sea cada vez más negativa su balanza
comercial con los países orientales, como uno de los primeros resultados
significativos tenemos que China se ubica actualmente como la segunda potencia
económica del mundo con serias aspiraciones de pasar a ser la primera en el
mediano plazo, seguida muy de cerca por la India que se encuentra en el cuarto
puesto, por lo que este vertiginoso desarrollo está demostrando ser en el largo
plazo antagónico a los intereses de las potencias occidentales.
Colosales son los desafíos de
este nuevo orden influenciado por la cultura oriental, por cuestiones de
espacio citaré solo un par: si las divisas occidentales no levantan cabeza para
garantizar la estabilidad del comercio internacional, será traumático para los orientales
su reemplazo, ya estos son los principales acreedores del tesoro norteamericano,
en otra plano, los ciudadanos orientales a la par de que mejoran sus ingresos, también
demandarán mayores libertades civiles y políticas, lo que podría generar
múltiples convulsiones socio-políticas.
Texto: Romano Paz
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