Aristóteles (IV a.C.), definía al hombre como un animal político, término que deriva del griego zoom politikón, que en ese entonces era utilizado para describir a los
ciudadanos en ejercicio, ya que estos se involucraban en las decisiones tomadas
en la esfera pública. En tal sentido, a todos aquellos desinteresados de la
vida política y pública, los antiguos les solían llamar Idiotés, otra palabra griega que significaba persona aislada, sin
nada que ofrecer a los demás, obsesionada por las pequeñeces de su casa y
manipulada a fin de cuentas por todos. De allí es de donde deriva nuestra
“idiota” actual, que hoy tiene otras interpretaciones.
De manera contemporánea Chantal Mouffe describe magistralmente a lo político como un término que deriva
de la palabra griega polemos; que quiere
decir polémica, combate dialéctico y/o discusión encendida, pues el término
hace referencia al grado natural de discordia u antagonismos existentes en las
diversas relaciones humanas. Mientras que la
política deriva del término griego Polis,
que quiere decir Ciudad Estado, es
decir la actividad humana que apunta a establecer el orden para poder vivir en
sociedad, por decirlo de esta manera; pretende organizar la coexistencia
humana, siempre en condiciones de conflictividad, pues esta se encuentra
permanente atravesada por lo Político.
Toda sociedad alberga en su seno mucha polémica y discordia, por lo tanto
es imprescindible mucha actividad política para establecer un determinado
orden, caso contrario reinaría el caos y la anarquía. Por lo que siempre ha
existido crítica y descontento, lo que naturalmente genera disidencia,
resistencia y oposición. Sin embargo, estos grupos insubordinados si las
condiciones lo permiten, bien pueden ser; reprimidos, silenciados, acorralados
o en su defecto eliminados mediante la muerte civil o física.
Al respecto, Joaquín Estefanía indica que; cada sociedad, cada
institución social es una encrucijada de poderes que pugnan por imponerse unos
a otros. Son vectores tirando en distinta dirección para averiguar cuál es el
más fuerte, porque no todos tienen el mismo éxito en sus pretensiones. Incluso
los más fuertes en una circunstancia pueden llegar a ser los más débiles en la
siguiente. Por su parte Alexis de Tocqueville
afirmaba que “la
historia es el cementerio de las aristocracias”, mientras
que Fernando Sabater reflexiona lo siguiente; ¿Es posible una sociedad
anárquica, es decir sin política? Los anarquistas tienen desde luego razón en
una cosa: Una sociedad sin política sería una sociedad sin conflictos. Una
sociedad sin conflictos, no sería una sociedad, sino un cementerio o museo de ceras.
Texto: Romano Paz
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