En la antigua
Grecia solían afirmar lo siguiente: El estado primordial, primitivo, del
mundo es el Caos. Este era, según los poetas, una materia eterna, de forma muy
vaga, indefinible, imprescriptible, en que estaban confundidos los principios
de todos los seres particulares. El caos era, por así decirlo, al mismo tiempo
una divinidad rudimentaria, pero capaz de fecundidad
Los griegos (por los que tengo singular aprecio), utilizaban este tipo mitos para explicar el mundo que los rodeaba, sobre este punto cabe destacar que si bien la forma de la metáfora es abstracta, el fondo del planteamiento es absolutamente racional y materialista, ya que una de las características fundamentales de todo ecosistema natural y todo sistema social es el “cambio permanente”, y a su vez en el marco de nuestro paso por este valle de lágrimas, hay un intercambio permanente entre el ecosistema y el sistema social, sobre este punto podemos citar que comemos, vestimos, pensamos, hablamos e interactuamos en función al lugar que habitamos, seamos nativos o estemos de paso.
Sigamos, desde nuestros antepasados homínidos
hemos sido animales gregarios, necesitamos asociarnos para multiplicar nuestras
posibilidades de éxito y supervivencia, primero como especie, luego como
pueblo, nación, cultura, Estado, Imperio y finalmente como civilización.
Asociarnos nunca ha sido una alternativa, es el único camino que tenemos para
la defensa como para el ataque, indistintamente de los móviles y del adversario
que tengamos en frente.
Dónde hay masa…, hay caos, frente a esta
situación anárquica surge por inercia la necesidad de un grupo dominante. Como
ejemplo podemos citar que en el reino animal lo identificamos como el Macho
Alpha, que generalmente es secundado por sus secuaces. Volquemos nuestra mirada
al ser humano, dónde este habita hay sociedad, y dónde hay sociedad tenemos una
clase gobernante y una clase gobernada, indistintamente de los fundamentos
ideológicos en los que se base esta relación de dominación y sumisión.
Volvamos a los antiguos griegos que utilizaban
el vocablo Polemos para hacer alusión al combate dialéctico, a la
discusión, la hostilidad y el conflicto, en síntesis, la polémica (el caos).
Como puede verse el término hace referencia al grado natural
de discordia u antagonismos existentes en las diversas relaciones humanas,
diferencias que se manifiestan en todas las esferas de la sociedad.
Mientras
que la política deriva del término
griego Polis, que quiere decir Ciudad Estado, es decir la actividad
humana que apunta a establecer el orden para poder vivir conjuntamente en
sociedad, por decirlo de esta manera; pretende organizar la coexistencia
humana, siempre en condiciones de conflictividad, pues esta se encuentra permanente
atravesada por lo Político, es decir
la polémica y la conflictividad natural entre las personas (caos).
Cómo hemos
visto, la política es el arte de gobernar y de tomar decisiones, como tal es
intrínseca a todos los fenómenos sociales, en sí misma no es ni positiva ni
negativa, al igual que una herramienta, puede utilizarse para múltiples fines
positivos o negativos, pero esto ya depende de las motivaciones del actor
político y de la percepción que tengan de sus acciones los gobernados, siempre en
un espacio y tiempo determinado, ya que cada pueblo tiene su propia
idiosincrasia y su vecino no la entiende.
No participar de la dinámica política, es una posición política,
cuestionar a la política dominante, es una posición política, ser indiferente a
la política dominante, es una posición política. Cómo vemos es una de las
dimensiones del ser humano, ni más ni menos importante, es parte indisoluble
del ser. Al respecto podemos destacar y matizar que los politólogos, los
economistas, los abogados, los sociólogos, etc., estudiamos por separado, lo
que en la realidad está unificado.
Texto: Romano Paz
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