Texto; elaboración propia
Como preámbulo cabe destacar que el próximo 10 de octubre se cumplen 30 años de nuestro retorno a la democracia, esto luego de haber padecido más de dos décadas de gobiernos despóticos.
Como preámbulo cabe destacar que el próximo 10 de octubre se cumplen 30 años de nuestro retorno a la democracia, esto luego de haber padecido más de dos décadas de gobiernos despóticos.
Si hacemos una retrospectiva, constataremos que en las primeras
elecciones democráticas para acceder al cargo de presidente
constitucional, si el más votado no obtenía el 50%+1 de los votos
válidos, el nuevo presidente debía ser designado por dos tercios del
congreso en pleno; si se daba un escenario de empantanamiento hasta una
segunda sesión del congreso, se debía realizar una tercera sesión para
designar al mandatario por mayoría simple. Sin embargo, nuestra clase
política siempre se inclinó por establecer pactos, acuerdos y
coaliciones de gobierno para evitar designar al mandatario por mayoría
simple.
Un hito importante a considerar es que
antes de que Evo Morales se proclamase presidente electo en 2005, con
una votación por encima del 50%, ningún otro candidato de nuestra breve
historia democrática había logrado jamás asomarse a ese umbral.
Precisamente debido a los bajos niveles de votación obtenida por los
candidatos presidenciales, un 5 de agosto de 1989 paradójicamente fue
proclamado por el Congreso como presidente constitucional de la
República Jaime Paz Zamora, que apenas había obtenido una votación del
21,83% y había salido tercero en las elecciones. Esta incongruente
figura se da gracias al apoyo político que recibió del segundo candidato
más votado, el exdictador, general retirado, derechista y antiguo rival
ideológico: Hugo Banzer Suárez.
Con este apoyo a
Paz Zamora, Banzer evitó que asuma como presidente Gonzalo Sánchez de
Lozada, quien había ganado las elecciones, pero con menos del 50%+1
requerido para asumir de manera directa. Esta figura fue posteriormente
abolida para evitar que nuevamente un tercero asuma funciones
presidenciales, quedando el Congreso restringido a elegir al nuevo
mandatario entre el primero y el segundo más votado.
Este tipo de coaliciones o megacoaliciones de gobierno se manejarían de
una forma muy pragmática, y terminarían marcando la pauta o el ritmo de
lo que hoy conocemos como el periodo de los “gobiernos neoliberales”.
Pues tres partidos políticos (ADN, MIR y MNR) tendrían un rol casi
hegemónico en la dinámica política boliviana, ya que cíclicamente se
aliarían con fuerzas minoritarias para poder acceder al gobierno. Bajo
esta lógica se irían alternando en el poder hasta la caída de Gonzalo
Sánchez de Lozada en octubre de 2003. Durante este periodo, la triada
ADN, MNR y MIR ocuparon a su turno las tres funciones que permite el
sistema de gobierno democrático; oficialismo, aliado y oposición.
A partir de la nueva Constitución Política del Estado, promulgada en
2007, si el primero más votado no llega al 50%+ 1, se va automáticamente
a una segunda vuelta, lo que significa un avance cualitativo en cuanto
se refiere al respeto de la voluntad popular manifestada mediante el
voto ciudadano, universal y secreto.
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