martes, 29 de abril de 2014

Oda a Madrid y a su futbol




A pesar de que tengo poca afición con el futbol, debo confesar que el Atlético y el Madrid son parte de una relación íntima que mantengo intacta hasta hoy con una ciudad en la que me deje parte de la vida y el corazón. Luego de mi estancia en Madrid tuve que experimentar la sensación de pertenecer a dos ciudades (Madrid y Santa Cruz) y al mismo tempo a ninguna, ya que indistintamente de la metrópolis en que esté, siempre anhelo volver a la que deje atrás, un eterno retorno.

 Llegue a Madrid un 25 diciembre de 2001 pasado el medio día, una estancia de un par de meses se prolongo por poco más de un año, tiempo más que suficiente como ser cautivado y convertirme en madrileño de corazón. Durante ese año el Atlético, luego de estar en segunda división  ascendió a la liga, el Madrid cumplió 100 años justo el día en que jugaba la final de la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu, perdió 0-2 con el Deportivo la Coruña.


Pero el 2002 también fue el año en que Iker Casillas se perfilaba como una estrella emergente y en el que Zinedine Zidane, justo cuando agonizaba el partido por la final de la Champions, le marcaba al Bayer Leverkusen un golazo con una volea imposible que dejo mundo a propios y extraños, recuerdo como si hubiera sido esta misma tarde que el locutor del partido gritaba a viva voz; Zidaaane Zidaaane, viva la madre que te pario.


Con ese gol de antología, que para mí, es el mejor de la historia por la forma, el minuto en que fue encajado y por lo que significaba, Zidane metía en la caja fuerte la victoria del partido y le servía en bandeja de oro la 9° copa de Champions al Madrid, la última hasta la fecha.


Durante ese alocado año habite y deambule por todo Madrid antiguo, mis pasos obligados eran la plaza Colon, el paseo de los Recoletos, la plaza Cibeles y la fuente de Neptuno (lugares sacrosantos para el futbol madrileño), así que mi relación con aquella mítica ciudad que me cobijo y adopto como a uno de los suyos, entre muchas otras, está marcada por estos dos equipos de futbol, por lo que no puedo menos que vibrar con las glorias del equipo del pueblo, el Atlético y el de los galácticos, el  Madrid. No me importa quién se llene de gloria, siempre y cuando la copa se quede en Madrid.



Texto: Romano Paz

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