lunes, 15 de julio de 2013

A favor del animal político


Aristóteles (IV a.C.), definía al hombre como un animal político, término que deriva del griego zoom politikón, que en ese entonces era utilizado para describir a los ciudadanos en ejercicio, ya que estos se involucraban en las decisiones tomadas en la esfera pública. En tal sentido, a todos aquellos desinteresados de la vida política y pública, los antiguos les solían llamar Idiotés, otra palabra griega que significaba persona aislada, sin nada que ofrecer a los demás, obsesionada por las pequeñeces de su casa y manipulada a fin de cuentas por todos. De allí es de donde deriva nuestra “idiota” actual, que hoy tiene otras interpretaciones.

 

De manera contemporánea Chantal Mouffe describe magistralmente a lo político como un término que deriva de la palabra griega polemos; que quiere decir polémica, combate dialéctico y/o discusión encendida, pues el término hace referencia al grado natural de discordia u antagonismos existentes en las diversas relaciones humanas. Mientras que la política deriva del término griego Polis, que quiere decir Ciudad Estado, es decir la actividad humana que apunta a establecer el orden para poder vivir en sociedad, por decirlo de esta manera; pretende organizar la coexistencia humana, siempre en condiciones de conflictividad, pues esta se encuentra permanente atravesada por lo Político.

 

Toda sociedad alberga en su seno mucha polémica y discordia, por lo tanto es imprescindible mucha actividad política para establecer un determinado orden, caso contrario reinaría el caos y la anarquía. Por lo que siempre ha existido crítica y descontento, lo que naturalmente genera disidencia, resistencia y oposición. Sin embargo, estos grupos insubordinados si las condiciones lo permiten, bien pueden ser; reprimidos, silenciados, acorralados o en su defecto eliminados mediante la muerte civil o física.

 

Al respecto, Joaquín Estefanía indica que; cada sociedad, cada institución social es una encrucijada de poderes que pugnan por imponerse unos a otros. Son vectores tirando en distinta dirección para averiguar cuál es el más fuerte, porque no todos tienen el mismo éxito en sus pretensiones. Incluso los más fuertes en una circunstancia pueden llegar a ser los más débiles en la siguiente. Por su parte Alexis de Tocqueville afirmaba quela historia es el cementerio de las aristocracias”, mientras que Fernando Sabater reflexiona lo siguiente; ¿Es posible una sociedad anárquica, es decir sin política? Los anarquistas tienen desde luego razón en una cosa: Una sociedad sin política sería una sociedad sin conflictos. Una sociedad sin conflictos, no sería una sociedad, sino un cementerio o museo de ceras. 


Texto: Romano Paz




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