Debo reconocer que desde mi
nacimiento, como muchos otros de mis paisanos, he sido enajenado por las
cadenas de una sociedad autoritaria y he debido hacerme una idea del mundo,
basándome en las “sombras de diferentes construcciones ideológicas” que no han
hecho otra cosa que ser un reflejo vago e impreciso de la realidad y mi
entorno. Precisamente por eso, es que siempre me ha resultado complicado el
ejercicio de reflexionar sobre los diferentes procesos y hechos concretos que
van hilando de manera inevitable, la realidad política del Estado que
habitamos, mismo que hasta la fecha hemos convenido llamar Bolivia (sus
apelativos o patronímicos no han corrido la misma suerte), dicho esto, me
arriesgaré a equivocarme en el intento de interpretar una parte de nuestra realidad
política.
Es evidente que se ha desatado un
proceso de cambio en las estructuras sociales y políticas del país, situación
que no abarca que dicha dinámica sea positiva o negativa, ya que ello va casado
con los prejuicios subjetivos de cada individuo o colectivo social (sombras de
las que hablo un poco más arriba). En este sentido, este proceso se trata de pasar de un período
“x” a uno “y”, es un parto, necesariamente luminoso para un determinado grupo
elites, g. de poder, g. de interés, etc. Y necesariamente doloroso para otro
buen grupo de elites, g. de poder, g. de interés, etc. Negar la existencia de estas
múltiples clases dirigentes y sus formas de organización, resulta ridículo, ya
que esa posibilidad, no tiene cabida en las ciencias sociales.
Es un neo proceso refundacional del
Estado Boliviano, en el que se han desmoronado varias instituciones del periodo
anterior, a la par que han surgido una serie de figuras políticas nuevas, o que
se creían extintas, aquí, solo he de referirme a las diferentes Republiquetas
que están surgiendo en algunos “territorios indígenas originarios y campesinos”.
Estos colectivos sociales, han
logrado conformar dentro del territorio boliviano, Estados embrionarios o
Republiquetas, que cuentan con tal grado de soberanía, que cada una tiene un
sistema electoral propio, basado en usos y costumbres, que de hecho no implica
que se trata de “sistemas electorales democráticos de tipo occidental”, con procedimientos
fundados en el binomio; una persona un voto, además de que este sea universal,
secreto y también sirva para institucionalizar una oposición –legítima- a los
oficialistas de turno. Por otro lado, según la información recogida de diferentes
fuentes (ir a constatar hechos, podría resultar un
ejercicio suicida), han dado muestras claras de tener sistemas judiciales
propios (usos y costumbres), que más allá de que puedan ser mejores o peores, no
están alineados con los procedimientos del sistema judicial del Estado central,
que se basa en la presunción de inocencia y el respeto a los DD.HH. En fin, entre
otras variables, se ha expulsado la presencia institucional del Estado
boliviano, indudablemente las Republiquetas están recobrando vigencia.
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Texto: Romano Pa
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