Referirse a la oposición es hablar de contraposición de criterios y acciones concretas que cuestionan la política dominante en un determinado tiempo y espacio, disonancias ideológicas que consisten en la oferta de alternativas al statu quo vigente, por lo que involucra dimensiones de polémica y conflicto.
Sin embargo, cuando un Estado se encuentra regido por gobernantes que ejercen el poder amparados en paradigmas de tipo autocrático, teocrático o totalitario, la oposición se ve obliga a refugiarse en la clandestinidad y se la denomina resistencia, ya que de manifestarse abiertamente ante la opinión pública, es aplastada brutalmente, esto se debe a que no se la juzga por las acciones que haya llevado a cabo, sino por las acciones que podría ejecuta, ya que se la cataloga como un grupo células cancerígenas que podrían hacer metástasis contaminando al resto de la sociedad, iniciando de esta manera una ola de revueltas que amenace la continuidad del modelo o de la las élites que detentan el poder.
Como la historia está plagada de autoritarismo de todo tipo de pelaje, citaré algunos de carácter universal: tenemos el totalitarismo religioso de la iglesia católica y sus acólitos impuesto durante el oscurantismo (casi un milenio). Posteriormente a ello vino el modelo absolutista y el despotismo ilustrado, impulsado por varias casas nobiliarias europeas para someter ideológica y coercitivamente sus vasallos y a las colonias de ultramar. En el siglo pasado experimentamos totalitarismo laicos, tales como el Nacional Socialismo de la Alemania nazi, el fascismo en Italia o el estalinismo de la Unión Soviética. Cabe destacar que los dos primeros y el tercero de forma análoga se consideraban enemigos acérrimos, resultando ser las dos caras de una misma moneda, ya que todos silenciaron a millones disidentes en la defensa fundamentalista del modelo que los amparaba en el poder.
Evidentemente, toda forma de gobierno se ve legitimada mediante la creencia de un pueblo en tiempo y espacio determinado, encontrándose muchas veces obediencia y subordinación voluntaria por parte de los gobernados, teniendo la oposición como alternativa; doblegarse ante los incentivos selectivos (billetazos), soportar los garrotazos (persecución) o mantenerse en la clandestinidad (infiltrase).
Por mucho que se extienda un paradigma, siempre existe la posibilidad de reclamar su reconducción del modelo, estas bifurcaciones permiten a la batuta del poder rotar hacia grupos considerados ideológicamente afines o que al interior del bloque oficialista surja la más febril oposición, esto se ve reflejado en Bolivia por los Sin Miedo y por diferentes bloques de masitas que están comenzando a cuestionar el rumbo que le ha dado el ejecutivo al proceso de cambio.
Finalmente, toda oposición para ser considerada como tal, no debe involucrarse en las acciones del gobierno, para lo que resulta vital mantener la pureza ideológica, preservar la identidad política y la cohesión interna, ya que los gobiernos siempre buscan fragmentarla poniéndole el camino estrecho mediante la politización de la justicia y la asfixia económica.
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