Debemos rendirnos ante la evidencia, Bolivia es un país altamente conflictivo en el que sus habitantes padecen una sed crónica de cambio. Veamos.
Cambio. A principios de los años 80 del siglo pasado estaba agotado el paradigma autoritario, paternalista y nacionalista del poder, modelo que permitió rotar (recambio) en el Poder Ejecutivo a varios gobiernos militares. La sociedad se indignó debido a los abusos y las múltiples privaciones, así es que se aferra al paradigma democrático (cambio) del poder y (reacción) apoya a la oposición clandestina, los partidos políticos.
De esta manera el 10 de octubre de 1982 recuperamos la democracia y asume la presidencia Hernán Siles con la Unidad Democrática Popular (UDP) y establece una economía de bienestar social con el apoyo de una coalición de partidos de izquierda; la gestión fue todo un fracaso y tuvo que acortar en un año el mandato llamando a nuevas elecciones presidenciales (acción), pues padecimos una hiperinflación que en tres años bordeó el 100.000 %; por instinto de supervivencia los bolivianos buscamos un nuevo derrotero (reacción).
Cambio. 1985 y el Decreto Supremo 21060 marcan el inicio de 20 años de modelo neoliberal y de democracia pactada. Quienes toman las riendas del nuevo paradigma (acción) y fuerzan el sistema hacia el recambio o la alternancia en el poder son aquellos partidos opositores a la UDP que se no se involucraron en las acciones de este Gobierno. Acción Democrática Nacionalista, Movimiento Nacionalista Revolucionario y Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (este último hábilmente se desmarco su alianza con la UDP) agotaron los roles de oficialismo, aliado y de oposición sin cuestionar jamás paradigma neoliberal y de democracia pactada, solo disputaba la conducción del modelo (acción). Agotado el ciclo de esta tríada partidaria, se llevan a la tumba a todos aquellos partidos que se involucraron en las acciones de sus gobiernos; indignados (reacción), buscamos un nuevo derrotero.
Cambio. En 2005, bajo el paraguas de un discurso de izquierda populista que abandera el indigenismo, el nacionalismo y la ‘globofobia’, asume Evo Morales la Presidencia. En su gestión se desmantela el modelo neoliberal y se lo remplaza por el de economía mixta y de bienestar social, entrando en una lucha interhegemónica de poder con las regionales pro-autonomía que no habían pactado con los gobiernos centralistas (acción y reacción). Las regiones opositoras sufren sendas derrotas debido a que carecen de un discurso que les permita disputar la conducción del modelo o reclamar la reconducción del proceso de cambio, por lo que sus alternativas se restringen a replantear el paradigma autonómico o remplazarlo por federalismo u independencia.
Recambio. Ante las grietas ideológicas y discursivas generadas en el interior del Movimiento Al Socialismo (MAS), debido a incongruencias como la carretera del Tipnis (acción), que resulta inconstitucional porque sus propios gestores en la nueva Constitución indican en el artículo 8 que uno de los objetivos nacionales es el “vivir bien”, entendido esto como la subordinación de los caprichos del ser humano y el capitalismo salvaje a la conservación de la naturaleza y el medioambiente, no resulta extraño que partidos afines como el Movimiento Sin Miedo demanden la reconducción del proceso de cambio o que al interior del MAS surja su más febril opositor (reacción).
Texto: Romano Paz
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