En
su momento palidecí al ver cómo una obra de arte tallada en mármol de una sola
pieza era martillada para despojarle de su nariz al navegante genovés que representa
la escultura ubicada en El Prado (La Paz-Bolivia), su pecado, ser un tributo a
Cristoforus Columbus, lamentablemente estamos en una época dónde hemos
aprendido a tener vergüenza de nuestro pasado. Seamos claros, nunca hubo una
evacuación masiva al final de la guerra de independencia, era imposible tal
proeza en la época, el vencedor y el vencido se quedaron habitando el nuevo
mundo disputándole la tierra a los nativos, algo que me parce ha sido superado.
En vez de destruir obras de arte y el patrimonio, soy participe de las
intervenciones artísticas, por ejemplo, en vez de martillar esa obra, no era
mejor colocarle en frente un monumento indígena, así equilibramos la balanza y visibilizamos
el fatídico e inevitable choque de civilizaciones, del que por cierto somos
herederos.
En
Nueva York tuve el gusto de conocer una escultura ubicada en las inmediaciones
de Wall Street, se trata de una bestia taurina vaciada en bronce que representa
la fuerza del mercado, implacable y sin escrúpulos, otro artista hizo una
intervención frente a la misma y colocó también vaciada en bronce a una niña de
vestido y coletas al aire, misma que insólitamente mira desafiante al toro, el
motivo, representa el espíritu americano, sin miedos y con fe. En nuestro país,
una intervención interesante sería que dos avenidas se entrelazaran bajo los
nombres de René Barrientos Ortuño y Ernesto Che Guevara, oh ¿acaso no se
entrelazaron sus destinos?, para bien o para mal, eso ya es agua de otro pozo.
Pero siempre es más fácil destruir, si ardió la biblioteca de Alejandría…, porque no iba a arder la fiscalía de Santa Cruz, que sea un órgano de poder que no destaca por su independencia, es correcto, pero es un mal necesario, destruyendo nuestra infraestructura y patrimonio, nos hacemos daño a nosotros mismo. Solo en la guerra se ve ese nivel de ferocidad, pero se lo hace por un bien mayor, impedir el avance del enemigo y evitar que se haga con recursos vitales, lo que se conoce como estrategia de tierra quemada.
Texto: Romano Paz
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