En esencia no son las leyes quienes
hacen inclusión o justicia social, tampoco la economía por si sola genera
desarrollo, ni la ciencia política ni ninguna otra ciencia social trasforma la
sociedad de forma estructural, su trabajo es diagnosticar y tratar de describir
la realidad en sus múltiples áreas de estudio para brindar herramientas que al
fin de cuentas pueden ser bien o mal empleadas según la subjetividad de cada
quien.
Más propiamente es la sociedad la que
cambia y se transmuta para que por inercia le sigan las leyes, la economía, la
política, la cultura, etc. Por lo que el
proyecto de constitución que debe ser sometido a referéndum no es más que un
saludo a la bandera, esto debido a que para conocer e identificar lo que piensa
la gente, sus principales problemas, esperanzas y deseos no hay que recurrir a ningún
gurú de la política, tampoco al instinto de los iluminados colaboradores, ni
mucho menos a los círculos sociales más cercanos, más bien es preciso
desarrollar investigaciones serias y periódicas, elaboradas por equipos de
profesionales interdisciplinarios,
especializados en estudios y sondeos de profundidad, es que aplicar
recetas criollas o prefabricadas a sociedades tan complejas y diferentes puede
ser catastrófico, aun cuando se atraviesa por cierta tendencia internacional,
es en el escenario y contexto local que se define el destino de los pueblos.
Para comprender de forma mediana la
coyuntura nacional partamos de algo básico y socialmente aceptado, “en términos
generales la política y los políticos tienden a ser muy aburridos”, sobretodo
en una sociedad como la boliviana; premoderna, arcaica, insuficiente de
instituciones y valores democráticos, con preferencias electorales mesiánicas,
inmediatista y autoritaria, donde priman los intereses del partido, del grupo,
del gremio, del sindicato, de la comparsa, de los “con o sin” (agua, tierra,
techo, diesel, etc.), es natural pues que la ley abstracta no gobierne y el Estado
de derecho se aplique solo para quienes
no detentan el poder.
Acompañemos esto
con las mega tendencias mundiales en materia de comunicación y constataremos
que vivimos la era del ocio y el entretenimiento, la atención de la mayoría de
los potenciales electores gravita entorno a la superficialidad mercantilizada
de los medios de comunicación masiva, principalmente la televisión (que
despierta emociones verdaderas sobre ambientes ficticios), Internet (juegos,
comunidades, chat, etc), cine, espectáculos banales y novelas para todos los
gustos.
En este escenario no es coincidencia
ni casualidad que los grandes estadistas, con sus discursos pomposos,
académicos y complejos filosóficamente hablando hayan pasado de moda y si
todavía existen de por echo que nadie los escucha. Por supuesto que esta es la
hora del populismo demagógico, de la trivialidad cómica y trágica, ¿acaso ha
podido alguien competirle en este contexto al presidente de la república?, con
sus arbitrariedades, populismo belicoso, informalidad espontánea y folklorismo
cómico, es la viva expresión de la tendencia latinoamericana y sobre todo de
buena parte de la sociedad boliviana.
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Texto: Romano Paz
Me gusta la estructura planteada del artículo. De lo general a li específico. Buen análisis filosófico.
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