Partamos de un precepto básico, el Estado no existe físicamente, es solo un concepto en nuestras mentes, representado por una serie de instituciones y mecanismos -formales e informales- que son administrados por un gobierno y en menor medida por la oposición, siempre que haya Estado de Derecho.
En este marco, hay un partido
político que ejerce funciones de gobierno, mismo que se encuentra desarrollando
un proyecto político hegemónico, bajo el paraguas ideológico de su cosmovisión
del mundo, misma que le permite justificar el poder ante su militancia. Para
conseguir sus objetivos se han mostrado prácticos y pragmáticos, el único
compromiso que tienen con la democracia y el Estado de Derecho, es cuando estos
mecanismos los favorecen. Un ejemplo claro lo tenemos en las últimas acciones
desarrolladas por sus bases y dirigentes en diferentes cortes electorales, que
buscaron obtener con violencia, la victoria que no pudieron obtener en las
urnas. Acción diametralmente opuesta a la democracia, ya que esta cambia el
enfrentamiento físico por el sufragio universal, para distribuir el poder.
Salvo en “Golpes de Estado” y
ocasiones en las que un gobierno ha tenido que dimitir, la Policía y la FF.AA.,
siempre han sido el reflejo de los intereses de las políticas oficialistas, es
por eso que se las considera uno de instrumentos de dominación vitales para la
clase dirigente, ya que si los opositores son un obstáculo para el oficialismo,
son difamados y reprimidos, cuando no está vigente el “Estado de Derecho” son perseguidos,
encarcelados u ejecutados, situación por la que han pasado mucho políticos de
nuestra historia.
Por otro lado, se ha debilitado al sistema
judicial mediante designaciones interinas que diluyen la posibilidad de una
separación de poderes, convirtiendo al sistema judicial en un apéndice del oficialismo,
sumado a ello, mediante voto universal, buena parte de la sociedad boliviana, le
ha dado el respaldo en las urnas al partido oficialista, lo suficiente para obtener
mayoría parlamentaria en las dos cámaras y prescindir de la oposición para aprobar
sin debate sus proyectos de ley. De esta manera es que el partido oficialista,
tiene bajo su control todos los instrumentos dominación persuasiva y coercitiva,
vale decir FF.AA., Policía y sistema presidiario. Además controla los tres
poderes del Estado y tiene grupos de presión organizados bajo una estructura
verticalista, con suficientes recursos para movilizase en todo el país.
Se trata de consolidar intereses y
beneficios (económicos y sociales) de grupos de poder -poco democráticos- en
ascenso, que en su camino combatirán lo que obstaculice sus apetitos
hegemónicos, como ser el sistema electoral y la oposición. Esto bajo el amparo
de que no hay norma o mecanismo que se los impida, por la inexistencia de un “Estado de Derecho Imparcial y Democrático”,
sus juegos de poder parecen ser indescifrables para muchos, mi pronóstico es que
irán tan lejos, como la oposición y la ciudadanía se los permita.
Texto: Romano Paz
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