En un hecho insólito y diametralmente opuesto a las
tribulaciones de la sociedad posmoderna y transhumanista, somos testigos
perplejos del auto aislamiento que se han impuesto los habitantes de la Isla
Sentinel del Norte (océano indico), se trata de un paradigma enigmático que pone
en entre dicho a la sociedad del conocimiento, ya que de los sentinelenses (así
les llamamos arbitraria y unilateralmente), desconocemos su idioma, sus normas
de convivencia y en general toda su cultura, lo poco que sabemos se debe a
diversos registros y observaciones de campo, por así decirlo, sabemos que son
pescadores y que accedieron a la era de los metales cuando en el siglo XX un
barco mercante encallo accidentalmente en su costa, hecho que fue considerado
hostil por los nativos que acto seguido desataron su furia contra los
invasores, a tal grado que la tripulación tuvo que ser rescatada en una misión
comando por las autoridades de la India en
medio de una andanada de fechas, menudo susto el que pasaron, no era para
menos, casi pagan su afrenta con el precio más alto, la vida.
Resulta que los nativos de la isla Sentinel del
Norte, que se estima habitan la misma unos
60.000 años antes de cristo, han renunciado a todo contacto con la
civilización, es por ello que tienen por buena costumbre asesinar a toda
persona que desembarque en su territorio, ese fue precisamente el fatídico destino
de dos desafortunados pescadores que se durmieron y que por azares del destino
su pequeño bote terminó encallando en su costa, finalmente su última víctima
conocida fue un incauto pastor que desembarco en la isla con la idea de
predicarles el cristianismo, los marineros que le transportaron ilegalmente
violando la zona de exclusión marítima impuesta por la India, declararon a las
autoridades que desde la seguridad de bote escucharon que el pastor solo alcanzó
a gritarle a los nativos; “Dios los ama”, acto seguido lluvia de flechas y (+).
En el otro polo tenemos a sociedad de la
información y la hiper comunicación, que se basa en la pérdida de identidad, el
sincretismo religioso y cultural, en el que las culturas foráneas dan lugar al nacimiento
de nuevos movimientos artísticos (rap, rock, reguetón, reggae, etc.) y nuevas
identidades como las tribus urbanas y el colectivo LGTBIQ+.
Otra de las características del mundo que habitamos
es que nos acercamos a la sociedad distópica
de la novela 1984 y su Gran Hermano escrita magistralmente por George
Orwell, actualmente los Estados (sobre todo los autoritarios), avanzan hacia el
control total de la población, por ejemplo, y como viene pasando en los países
nórdicos, avanzamos hacia una sociedad sin dinero en efectivo, y sucede que todo
pago realizado mediante cualquier medio magnético o electrónico puedo ser
rastreado, información que va directamente y en tiempo real a alimentar una
gran base de datos, misma que es
estudiada a detalle con la minería de datos con fines comerciales y políticos,
violando uno de los derechos humanos de primera generación, el derecho a la
privacidad.
Otra de las características de esta era, es nuestra
extrema dependencia del hardware y el software que modula y le da forma a
nuestro mundo, y si sucediera (como algunos teóricos han profetizado), una
tormenta solar que destruyera toda o casi toda la tecnología que hemos sido
capaces de acumular, colapsaría el sistema financiero mundial y entraríamos de
pleno en el MAD MAX (saga que plantea una sociedad post-apocalíptica), con
múltiples crisis de Estados, Estados fallidos y en vastas zonas ausencias total
de la presencia Estatal, donde el pez más grande se devoraría al más chico,
prevaleciendo la justicia por mano propia.
A estos grandes desafíos globales debemos de sumar
a la IA (Inteligencia Artificial), muy de moda en estos días y que ya está
revolucionando la guerra en UCRANIA, ergo, infantería y unidades mecanizadas resultan
ser presas fáciles para drones de bajo coste que están empezando a operar con
esta tecnología de vanguardia, sobre esto último, más de un teórico afirma que
estamos ante el nacimiento de una nueva especie y que aceleramos sin freno
hacia el abismo, una era post humana.
¿Hay algo positivo en este caos?, no lo sé, si bien
nunca antes había habido tanta gente conectada, escribiendo y leyendo al mismo
tiempo, eso también conlleva sus bemoles ¿hay que analizar que escribe y que
lee la gente?, por ejemplo, recordemos que muchos terroristas se han fanatizado
accediendo a contenido disponible en la nube, mismos que bajo el modus operandi
de células durmientes y lobos solitarios han burlado a diversas fuerzas de
seguridad y han perpetrado crímenes que ni las mentes más perturbadas del
séptimo arte han podido concebir.
Queda claro que urge regular este mundo digital
para imponer límites a los gobiernos y a ese universo en permanente expansión
que convenientemente llamamos tecnología, si no estamos a la altura de las
circunstancias históricas, es posible que Skynet (sí, me refiero a esa
inteligencia artificial que lidera al ejército de las máquinas en la mitológica
saga de las películas de Terminator), o los sentinelenses terminen heredando la
tierra.
Texto:
Romano Paz (politólogo y filósofo)