Durante la
guerra del Peloponeso, el año 430 a.C., el rey espartano Arquímides,
motivado por el creciente poderío de la Liga de Délos (liderada por los atenienses),
decide invadir el Ática y sitiar la ciudad Estado de Atenas para obligar a sus
enemigos a combatir, caso contrario tomar la ciudad por asalto o instarlos a
capitular motivados por la inanición. Por
su parte, el gobernante de Atenas; Pericles (quien había encumbrado a su
ciudad a su máximo esplendor en diversas áreas), era absolutamente consciente de
que por tierra estaban protegidos por sus infranqueables Muros Largos, por la mar el
puerto de El Pireo les brindaba una formidable posición defensiva y adicionalmente,
la armada ateniense superaba con creces numérica y tácticamente a la de su
némesis, lo que garantizaba un abastecimiento continuo de productos de primera
de necesidad provenientes de sus aliados en alta mar. Consciente de que Atenas eran la potencia marítima de la época, y que la ecuación era inversamente proporcional en tierra contra Esparta, Pericles tenía claro que plantarles
cara a los espartanos falange contra falange en campo abierto, hubiera devenido indefectiblemente en
una derrota ateniense. En este sentido ordena el confinamiento de todos los
habitantes del Ática dentro de los Muros Largos que protegían la ciudad,
teniendo estos que abandonar sus granjas y casi todas sus posesiones
materiales.
El aire estaba
estancado y a veces los envolvía un intenso olor a basura y excrementos
humanos. Los refugiados de aquella explanada amurallada se contaban por decenas
de miles, desparramados sin que apenas se hubiera logrado una organización,
también había una gran cantidad de perros, vagando entre las chabolas
inclinadas y las familias sentadas en el suelo polvoriento (Chicot, 2017, pág. 111) . Ese caldo de
cultivo, abonó el terreno para que los atacara sin piedad un enemigo invisible,
una epidemia azoto la ciudad, con los primeros enfermos pensaron que los
espartanos habían envenenado los pozos de agua, sin embargo, luego llegaron
noticias de que la peste también se extendía en otras ciudades de ultramar. Se
decía que provenía de Etiopía, de donde había pasado a Egipto y al resto de las
tierras del Imperio Persa. En Atenas entró por el Piero, seguramente por un
barco que venía desde el este. Los primeros afectados se enfermaron allí, pero
el mal enseguida se extendió a la ciudad: fuese lo que fuese, los virus o las
bacterias se propagaron fácilmente a través de la multitud apiñada dentro de
los Muros Largos (Negrete, 2016, pág. 393) . Se sabe que muriero miles, dan fé de ello las crónicas
históricas de la antigüedad y las fosas comunes encontradas de manera
contemporánea, de esto último podemos documentar que específicamente el año
2004, cuando Atenas se preparaba para los juegos olímpicos, se encontró una
fosa común con 150 niños, mujeres y hombres, enterrados
en forma progresivamente apresurada y desordenada, sin evidencia del cuidadoso
ceremonial fúnebre como era la costumbre de los atenienses, y con cerámica
votiva estimada del año 430 a.C. (S., 2011, pág. 378) .
El asedio
espartano duró semanas, durante las cuales Pericles sucumbió ante la
peste, las piras de cadáveres amontonados y otros quemados se extendían a lo
largo de las murallas, si el rey Arquímedes hubiera decido tomar por asalto la
ciudad, es muy probable que hubiera logrado con éxito la empresa, sin embargo sus
tropas quedarían expuestas a la “maldición que los Dioses” había hecho caer
sobre Atenas, cabe destacar que las tropas invasoras no habían sido afectadas por la peste. Frente a esta
encrucijada que podría derivar en un escenario apocalíptico, opta por emprender la retirada y dejar en suspenso el
desenlace final de la contienda, todavía quedaban muchos capítulos a ser
inmortalizados en los anales de la historia, mismos que no son relevantes para
la presente reflexión.
El caso es que
los atenienses se acorazaron con disciplina y determinación para resistir,
repeler y contraatacar los embates de un enemigo poderoso; pero perceptible a
los sentidos, a pesar de ser una de las civilizaciones más avanzadas del mundo
antiguo, debido a las condiciones insalubres, su falta de conocimiento del
mundo unicelular y del campo de batalla, fueron derrotados en 3 de los
principales postulados de Sun Tzu sobre el arte de la guerra: conócete a ti
mismo, conoce el terreno, conoce a tu enemigo, y no temerás el resultado de
cien batallas.
Sobre la
materia, cabe reflexionar que a lo largo y ancho de la historia, la humanidad
se ha visto diezmada muchas veces, ha debido sobreponerse a desastres de
todo orden y magnitud. Nuestro temor racional a la muerte y el anhelo de trascender, han inspirado infinidad de obras de arte, aprovecho el punto para
compartir algunas de mis favoritas:
- LA DIVINA COMEDIA, escrita por el poeta máximo: Dante Alighieri (que por cierto de comedia y de divina tiene muy poco): A esta obra le debemos nuestra idea contemporánea del inframundo, sospecho que ha convertido más cristianos que las mismas sagradas escrituras, y después de la biblia, es la obra de arte que más obras de arte ha inspirado.
- INFERNO, novela escrita por el Best Seller: Dan Brown, misma que ha sido elevada al séptimo arte y protagonizada por Tom Hanks. En esta obra el autor utiliza magistralmente La Divina Comedia para desarrollar una apasionante trama en la que un grupo de personas transhumanistas, contrarios al exponencial crecimiento demográfico, desatan deliberadamente una pandemia para reducir la población planetaria.
- MAD MAX, película escrita y dirigida por George Miller, de la cual nos hemos apropiado del título para describir sociológicamente una sociedad postapocalíptica, anárquica y distópica, en la que ha colapsado el orden internacional, imperando simplemente la ley del más fuerte.
- LA GUERRA DE LOS MUNDOS, novela de ciencia ficción escrita por Herbert George Wells, que ha sido elevada al séptimo arte y protagonizada por: Tom Cruise. En la trama, una civilización extraterrestre invade la tierra y lleva al bode de la extinción a nuestra espacie, siendo salvados por la campana, gracias a los microorganismos que tanto combatimos hoy en día, ¡las ironías de la vida!
Los antiguos
griegos solían afirmar lo siguiente: El estado primordial, primitivo, del
mundo es el Caos. Este era, según los poetas, una materia eterna, de forma muy
vaga, indefinible, imprescriptible, en que estaban confundidos los principios
de todos los seres particulares. El caos era, por así decirlo, al mismo tiempo
una divinidad rudimentaria, pero capaz de fecundidad (Commelin, 2017, pág. 13) .
A modo de epílogo, tomo algunos fragmentos de la
canción resistiré del grupo español Dúo Dinámico:
Resistiré, erguido frente a
todo
Me
volveré de hierro para endurecer la piel
Y
aunque los vientos de la vida soplen fuerte
Soy
como el junco que se dobla
Pero
siempre sigue en pie.
Resistiremos: “… porque en la llanura de maratón, enfrentamos la
aniquilación, y gracias al beneplácito de Atenea, contra todo pronóstico;
vencimos. En aquella infame encrucijada, para celebración de la humanidad,
encendimos la llama de la gloria eterna (Paz, 2019) .
Texto: Romano Paz
Bibliografía
Chicot, M. (2017). El asesinatode SÓCRATES.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.
Commelin, P. (2017). Mitología
Griega y Romano. Buenos Aires: El Ateneo.
Negrete, J. (2016). LA
GRAN AVENTURA DE LOS GRIEGOS . Buenos Aires: El Ateneo.
Paz, R. (8 de Marzo de
2019). Blog de Roman Paz. Obtenido de
http://romano-paz.blogspot.com/2019/03/raza-de-corredores.html
S., J. D. (2011). ¿Qué
fue la plaga de Atenas? Revista chilena de infectología, 378.